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miércoles, 24 de octubre de 2012

Lluvias, recortes, bibliotecas

La tijera que lo mismo que el agua a las hojas de los libros amenaza a los que habitamos en las bibliotecas.

Crecí entre los  libros de las estanterías, en mis cálidas visitas a la Biblioteca Publica, en las frías tardes de los inviernos de mi infancia. Y ahora vivo entre lecturas que aprendí a amar en aquellos años, con una persona excepcional que trabaja entre libros.
No concibo mi vida sin las palabras. Reflejan nuestra manera de ser, de comprender el mundo y de como nos relacionarse con aquellos que lo habitamos. 
Hoy 24 de Octubre es el día de las bibliotecas. Aquellos lugares públicos, mágicos y llenos de palabras, sonidos, cuentos, silencios, marionetas, y tosidos.
Acogedoras, humildes, albergan el tesoro que son los libros que pasan de mano en mano, de ojo en ojo, de casa en casa y nunca mueren. Siempre ojeados, manoseados, leídos, forrados. Las salas de las bibliotecas son lugares de estudio, de disfrute, en donde escuchar músicas, leer noticias, o caer en el plácido recogimiento.
Las bibliotecas públicas donde cultivarse. Hacerse ser humano cada día sorbiendo la cultura libre. Sencillez y hondura. Un espacio íntimo, pero común. Sillas con mesas, colgando sus lámparas o sus claraboyas dejando caer cascadas de luz natural. Ensimismamiento y compañía; Siempre en la compañía de las gentes o de los autores de cientos de libros. 
Como todo lo público, se basa en las ideas del derecho a la igualdad, a la instrucción, al pensamiento libre, a compensar desigualdades. Es entre sus paredes apoyadas en el pilar universal de crear un mundo mejor, donde la belleza alimenta al alma y al corazón 


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