Si la imagen de Santiago Carrillo Solares, no le mostrase con un pitillo entre los labios o entre sus dedos, no sería muy fiel a su realidad diaria. Fumador convencido. Longevo demostrado. Gijonés del 18 de Enero de 1915, emigra con su familia a Madrid y recién llegado al barrio de Cuatro Caminos, estudió en el Grupo Escolar Cervantes, dirigido por Ángel Llorca (Presidente de Honor de la Fundación Ángel Llorca) y vinculado directamente a la Institución Libre de Enseñanza. Aprendiz de imprenta, comunicador, periodista y memorioso como pocos. Trabajador, y diputado coherente con sus ideas. Se mantuvo leal y sereno aquella aciaga noche del 23-F: fumando, impertérrito, sentado en su escaño, entre disparos de los golpistas. Hacedor, inteligente y exacto en el adjetivo, el silencio o la sonrisa. Es ya historia de este país, junto a la Pasionaria, dos referentes de aquellos años inciertos tras la muerte del dictador. Ayer nos dejaba este incasable ser humano, sus cenizas se mezclarán mañana con el agua salada del mar que baña su Gijón natal.
Un cuaderno de pastas duras para llevar en el bolsillo de la trenka. Apoyarlo en las rodillas y poder escribir todo aquello nos sacia los anhelos de belleza. Bocetos de incertidumbres y utopías. Una estilográfica de tinta azul.
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miércoles, 19 de septiembre de 2012
Santiago Carrillo Solares
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