Captar ese momento,
un solo instante. Uno.
Una pincelada que congela lo sublime.
Aun algunos pacientes artistas japoneses dicen conseguirlo.
El sol en invierno alumbra el azul del cielo sin fin,
lejano
pero próximo.
La tridimensional desnuda y la realidad sencilla
pero rotunda que nos regala la Naturaleza
desapercibida para nuestra acelerada mirada, es
convertida en belleza por la mano y el alma inquieta del loco del pelo rojo.
Almendros en Flor. Vicent V. Gogh, 1890 |