Es tiempo de desenmascararse. De dejar de ser otro. De volver a ser uno mismo.
De soltar ese genero de ficción biográfica, jugando a ser quien no soy. Atreverse a ser el que realmente somos. Mirarnos a dentro, y quitarnos los adornos, los postizos y la peluca.
Una oportunidad para desmaquillarnos, dejar de ser ventrílocuos, y hablar y obrar con voz propia. En el teatro de la vida podemos ser dueños de muchos papeles. Elegir el autentico es opción de cada uno.