Fotografía de Ástur Hugo Montes |
La fragilidad humana.
El destino que nos aguarda como especie.
La poesía del hombre desnudo, que quizá pensó que el cambió
del pánico por la angustia nos dejaría dormir mejor.
Dejamos de tener paciencia
como especie pensamos que podíamos manejar la naturaleza
para enriquecernos a corto plazo.
Olvidar nuestra pequeñez
subidos a las fugaces velocidades
de los Reinos de Occidente.
Sin modales, sin cortesías.
Arrebatando aquí y allá.
Sin pensar que puede llegarnos la noche cerrada.
La tiniebla más horrible.
La más densa y pegajosa.
El final.