Había leído, tiempo atrás, algunas cosas escritas en prensa sobre Carmen Díez de Rivera, y me habían llamado la atención sus ojos y su pelo. Oveja negra de la familia. La suya es una tragedia griega, padre que no la reconoce y se enamora sin saberlo de su propio hermano. Nacida en la aristocracia siempre tuvo y tuve la impresión de que era la oveja roja.
Ayer noche la 2 de TVE, emitió el documental “Quiero ser libre”. Su visión y algunas miradas a internet hoy, me dejan varias ideas:
- El título es certero. Vivió y quiso ser una mujer de una pieza. Libre y auténtica.
- Roja en la España gris y franquista, independiente lejos de la mediocridad de este país, eurodiputada que no asumía disciplinas de partidos.
- Fiel a sus amigos y a sus ideas.
- Dura y sensible. Vehemente y sabia. Frágil. Creyente a su manera. Progresista.
- Demócrata en aquellos tiempos del dictador, procedente de la aristocracia, mujer, estudiosa, ecologista, bella, poliglota…era envidiada, criticada en círculos de poder.
Acusada de todo, desde espía hasta amante, me parece más interesante su vertiente de una gran mujer adelantada a su tiempo. Una Justine Durelliana en un reino machista, gris y corto de miras. Vivió esa Transición que tan mal nos contaron, y trabajó durante muchos años como parlamentaria socialista en un Parlamento Europeo de Estrasburgo luchando por sus ideales de manera coherente, y comprometida nadando en aguas turbias, menos placenteras y soleadas que las de su amada Menorca. Me quedo con algunas declaraciones de personas poco conocidas anónimas que la trataron en su últimos meses, ya enferma, y que transmiten su parte mas humana, mas solidaria, mas comprometida con los demás.