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lunes, 28 de julio de 2014

Carmen Díez de Rivera, una vida

Había leído, tiempo atrás, algunas cosas escritas en prensa sobre Carmen Díez de Rivera, y me habían llamado la atención sus ojos y su pelo. Oveja negra de la familia. La suya es una tragedia griega, padre que no la reconoce y se enamora sin saberlo de su propio hermano. Nacida en la aristocracia siempre tuvo y tuve la impresión de que era la oveja roja.




 Ayer noche la 2 de TVE, emitió el documental  “Quiero ser libre”. Su visión y algunas miradas a internet hoy, me dejan varias ideas:
  • El título es certero. Vivió y quiso ser una mujer de una pieza. Libre y auténtica.
  • Roja en la España gris y franquista, independiente lejos de la mediocridad de este país, eurodiputada que no asumía disciplinas de partidos. 
  • Fiel a sus amigos y a sus ideas.
  • Dura y sensible. Vehemente y sabia. Frágil. Creyente a su manera. Progresista. 
  • Demócrata en aquellos tiempos  del dictador, procedente de la aristocracia, mujer, estudiosa, ecologista, bella, poliglota…era envidiada, criticada en círculos de poder.
Se han editado dos libros sobre su persona. Uno de Manuel Vicent y otro de la periodista  Ana Romero. Y me temo que ambos caen en este triángulo de Adolfo Suarez y de Juan Carlos I. Haciendo hincapié en sus supuestos amoríos con ellos. Olvidando su seductora y atractiva personalidad y sus aportaciones modernistas y renovadoras cuando trabajo en el gabinete político del presidente del gobierno Adolfo Suarez. Se ha buscado su parte frívola, cambiando incluso título y  portada de la nueva edición del libro de Ana Romero. Primero fue Memoria de Carmen, ahora se publica 11 años después,  bajo el título 'Carmen, Suárez y el Rey, el Triángulo de la Transición'.






Acusada de todo, desde espía hasta amante, me parece más interesante su vertiente de una gran mujer adelantada a su tiempo. Una Justine Durelliana en un reino machista, gris y corto de miras. Vivió esa Transición que tan mal nos contaron, y trabajó durante muchos años como parlamentaria socialista en un Parlamento Europeo de Estrasburgo luchando por sus ideales de manera coherente, y comprometida nadando en aguas turbias, menos placenteras y soleadas que las de su amada Menorca. Me quedo con algunas declaraciones de personas poco conocidas anónimas que la trataron en su últimos meses, ya enferma, y que transmiten su parte mas humana, mas solidaria, mas comprometida con los demás. 

viernes, 12 de octubre de 2012

El panadero perdido en su laberinto. Preservar la memoria afectiva.


Jordi Sole Tura (Mollet del Vallés, 23 de mayo de 1930 - Barcelona, 4 de diciembre de 2009) era un joven panadero, autodidacto, libre pensador, que en su vida elegía cual era el camino  mejor para salir de los laberintos que tiene la vida. Jurista, padre, diputado, exiliado, preso político, Ministro de cultura...son algunas de las facetas que muestra el documental "Bucarest. La memoria perdida", 2008, rodado y escrito por Albert Solé Bruset, hijo del político catalán. 
Este documental reúne memoria histórica: desde la depuración de Semprúm, Claudín y el propio Tura, hasta la llegada de la democracia a España y la legalización del PCE eurocomunista. Sentimientos, ironía, testimonios de familiares, amigos y coetáneos repletos de amor y recuerdos. Lagrimas y hermosos recuerdos de sus dos esposas.
Como hilo conductor  aparecen los recuerdos de vida de su hijo Albert, íntimamente unidos a los de su padre y su madre. Su no nacimiento en Bucarest, la clandestinidad, la voz de Radio Pirenaica, París, "el partido", y la vuelta a la Cataluña en la época franquista.  Las revueltas obreras, la solidaridad como manera de hacer. Como contrapunto contemplamos impotentes las pequeñas y amargas pinceladas la desmemoria, el deterioro senil, víctima del Alzehimer del "Capitán Trueno" incapaz de reconocer a su propia esposa, y de recordar la Constitución Española que redactó en 1978 o su paso por la prisión modelo de Barcelona.

¿Merecieron la pena, tantos sin sabores, tantos esfuerzos, sufrimientos, luchas, detenciones, debates, separaciones familiares, encarcelamientos en pos de un mundo más justo y mejor? ¿Más democrático, mas libre, menos imperialista y dictatorial? ¿Mereció la pena dar su tiempo para los otros?

La mente y el olvido. Olvidar qué fue uno, dónde y con quienes vivió. Un cerebro que se quedó sin recuerdos, sin la materia del ser: la historia propia construida que se hizo ruinas con la llegada de ésta enfermedad implacable con la huella de lo vivido y sentido.