Después de recordar películas
de hace ya veinte años,
asocio algunos retazos de poemarios
que no me abandonaron en aquella época.
que no me abandonaron en aquella época.
Libros en el bolsillo de la
trenka.
Fragmentos.
Ahora es el ritmo del
invierno
quien me clava sus ojos
entre las uñas
y el cielo.
lo demás poco importa.
Sólo aquellos pasos
absorbiendo mi cuello de niebla
al borde bellísimo de sus
sirenas y abismo.
Almudena Guzmán, 1964
Tenemos dos ojos
porque
no sabemos ver.
Tenemos dos manos
Porque
Nada logramos aferrar.
Tenemos dos piernas
Porque
No nos sostenemos.
Tenemos una boca para errar.
De rodillas en el suelo,
Una mano cerrando
Los labios,
La otra velando
Los ojos:
Es la forma de comenzar.
Héctor
Murena, 1923 - 1925.
que el amor siempre
Siempre
nos devuelve la vida
¿Quién era aquel poeta
que murió, viejo, tan viejo
sin saber nada del amor?
Charo Ruano, 1957