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viernes, 24 de agosto de 2012

Final del verano




Instantes compartidos. Instantes de soledad. Minutos de lucidez absoluta. También recuerdo otros de sopor y somnolencia bajo el efecto de la digestión. Momentos de lectura. Ratos de escritura. Charlas sobre inquietudes comunes. Trabajos de pintura, barniz, lijado y risas. La satisfacción del día aprovechado y provechoso. De la tarea que nos deja satisfechos. O días de asueto abandonados a la deriva de no hacer y descansar mente y alma. El vivir son una suma de pequeños instantes, de hermosos momentos, de intensidad en lo que cada jornada el presente nos regala generosamente. La luz del verano no nos ciega, nos ayuda a ver los colores, a disfrutar del contrate de calores y frescores, de sueño naranja y de amaneceres de azules cielos.

Recortes, recuerdos, instantes del estío

El dolor de la Naturaleza: La sequía que no deja que oigamos a la madre Tierra este verano.
Incendios, charcas secas, áridos paisajes. La mano despiada del ser humano.
La sombra de la parra. El aroma del higo. La cereza sangrando. La luz tamizada.
La infancia recordada. La siesta que nos puede y nos atrapa. La sed apagada con un trago frio.
           
Llega la tarde, la canícula, el sol castellano cayendo a plomo. El refugio es una película hermosa en V.O.S que te saca de la realidad y te traslada dos horas a otras culturas, otras miradas limpias. Nada que ver con los zafios y grotescos programas de voces y chillidos en las cadenas de televisión.
Viajes a otras tierras sin prisas, recorriendo paisajes, abrazando amigos, bebiendo y comiendo, pegando la hebra en lentas y sabrosas sobremesas. Hasta que el sol se oculta el día parece como las nubes: moldeable.
Tiempo de hacer fotografías. Instante en el que aprietas el disparador, lo capturado ya  es pasado.
La foto y el tiempo efímero. El tiempo que se nos va entre los dedos. Somos presente.
El verano que M. Monroe se fue. La niña triste. La mujer incomprendida. La lectora. La cantante. La actriz curiosa y de risa apenas esbozada. Cuando reía era contagiosa en su alegría.



domingo, 5 de agosto de 2012

Desayunos en mañanas de verano

Bogdanov Belsky

El placer de desayunar en verano. De los días de fiesta con sol o sin sol. Las mañanas con café, pan recién tostado, tomate, aceite o jamón. El periódico, las risas. La pereza y el bostezo. La música o la lectura envolviendo el despertar. La brisa de los días festivos que como el aroma de la fruta de temporada sabe a gloria. No hay relojes, ni temores inminentes. Hay complicidad entre los comensales, que no saben a ciencia cierta si desayunan, almuerzan o juegan con la primera comida de la larga matinal. Descalzos, o en zapatillas de dedo, en camiseta, pijama o bañador. Todo está permitido, el nudismo, el almuerzo en cubierta, en una terraza, ático o en medio del campo o de la playa. Aun se asoma la enorme luna llena de agosto.