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martes, 1 de enero de 2013

Aníbal Nuñez


REGRESO DE LOS CAZADORES
(Brueghel el Viejo)

Podemos esperar a que desciendan
la colina los pobres cazadores
y su hambrienta jauría que no tiene
ni para un mal bocado con la única
liebre cobrada para tanto blanco.

Y acercarnos al fuego que alimentan
los mesoneros bajo el colgadizo.

Y, mientras esperamos, deslizar
la mirada por todos los canales
helados, por el cielo
verde, por las montañas que rechazan
la nieve de lo abruptas;
ver los patinadores del domingo
—¡qué caída se ha dado aquél!—, el puente
por donde pasa la mujer del loco
cargada con un haz de leña. Cuatro
campanarios se ven, una carreta
por el camino principal, un hombre
allá a lo lejos solo, la escalera
del deshollinador y los tejados
blancos y...¡mira el humo cómo sale!

Podemos esperar —ya están llegando
al puente de ladrillo— a que se pierdan
de vista tras la casa del herrero.
Y saltar por encima de la zarza
y coger la pendiente —¡hasta se puede
bajar rodando! — hasta el canal más próximo.

Sí, porque, aunque tengo frío y cien florines
en la bolsa, me da muy mala espina
el que esté desprendido el rótulo de un lado
y la ventana abierta.

No, porque —y como señal de que no debo
moverme de mi sitio— cada poco
cruzan por turno el aire las urracas
descuideras, tachando la posible
apacibilidad con una línea
de tinta negra (el blanco de su vientre
sin querer se confunde con la nieve).

(Aníbal Núñez, Figura en un paisaje, 1974)




Escrito en el annus horribilis de 1974, como otros nueve –entre conclusos y empezados- de los escritos por Anibal Nuñez , "Figura en un paisaje" nació como un desafío entre dos amigos, jóvenes poetas ambos: Luis Javier Moreno y él. Cuenta el primero en su diario que se juntaban en casa del segundo para ojear libros y álbumes de arte del fotógrafo, y padre de Aníbal, José Núñez Larraz. 

Un buen día surgió “el juego”: lo de escribir poemas “a partir de los cuadros preferidos por uno y otro”. Un juego muy serio, cabe añadir, pues que algunos poemas de los que aquí se vuelven a publicar son, sin duda, de los mejores del escritor prematuramente desaparecido: “Batalla entre Alejandro y Darío en Isso”, “Regreso de los cazadores”, “Vista del jardín de Villa Médicis”, “Le fendeur  de bois”…