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domingo, 14 de octubre de 2012

El poeta viajero en su retiro: Mark Strand

Poeta, ensayista, traductor, editor, urbanita retirado a los campos

Mark Strand (Summerside, Prince Edward Island, Canadá, 1934), poeta sugerido por Chus, en este fin de semana de conversaciones, intercambio de libros, viandas y silencios cargados de palabras. Poeta editado por Visor en nuestra tierra. Enigmático pero diáfano en su escritura, con acertijos entre lineas, soledades, brevedades y adjetivos que aciertan a definir un instante detenido. Medida mezcla de poema sencillo y acabado, o tomadura de pelo bocetada sin sentido. Brevedades cargadas de sensaciones. Un mago semi oculto tras sus libros. Un prestidigitador que puede sacar cualquier objeto de su bolígrafo y convertirlo en tentador poema que uno no cesa de repetir como mantra posesivo. Tras leer algunos de sus poemas, quiero compartir alguno. Imagino al escritor whisky en mano, tras el trabajo bien realizado, puliendo el poema, dejándolo reposar en el cuaderno en la oscura noche, cargándose de razones antes de que el impresor le de tinta y forma. La única razón es que el poema solamente puede ser de la manera soñada. Atmósferas y recuerdos personales.


MADRE E HIJO (original leído por el autor aquí)

El hijo entra en el dormitorio de la madre
y se queda junto a la cama en la que ella está echada. 
El hijo cree que ella quiere decirle
lo que él anhela oír… que es su niño,
siempre será su niño. El hijo se inclina 
a besar los labios de la madre, pero los labios están fríos.
Ha comenzado el entierro de los sentimientos. El hijo
toca la mano de su madre por última vez,  
luego se vuelve y ve la luna llena. 
Cruza el suelo una luz de ceniza.  
Si la luna hablara, ¿qué diría?
Si la luna hablara, no diría nada.